A la hora de realizar una instalación domótica en una vivienda hay que tener en cuenta que los requerimientos de los usuarios residenciales son distintos a los profesionales, ubicados en oficinas o industrias, y algo que hay que tener en cuenta al evaluar la tecnología y los sistemas mas adecuados para satisfacer sus necesidades, es hacer mas amigable su relación con el entorno en que habita una gran parte del tiempo.
La introducción de estos sistemas y tecnologías en el hogar aun no es una realidad, salvo en muy contadas ocasiones, pero si existen mas dispositivos electrónicos en el hogar, y eso provoca una necesidad de comunicaciones privadas, como las redes ethernet cableados o las redes inalámbricas Wi-Fi, han reducido los costos a unos niveles que permiten su despliegue masivo. Para las empresas promotoras, equipar a las viviendas que construyen de una instalación domótica significa añadirles valor, lo que les permite venderlas mejor. Y mientras, las empresas de telecomunicaciones y los proveedores de contenidos y servicios, ven la posibilidad de aumentar los servicios que ofrecen a sus clientes, generando nuevos ingresos; a las compañías de servicios de luz, agua, electricidad, seguridad, etc. Se les abre una puerta para racionalizar sus costos, y añadir valor para el usuario final.
Es indudable que cuantas mas posibilidades existen, mayor dificultad contiene su interconexión, por lo que es trabajo de las empresas integradoras empaquetar soluciones que tenían una fácil instalación y, aun mas importante, un mantenimiento sencillo. Es importante que los fabricantes tengan en cuenta que sus productos no solo van a integra cada vez mas funciones, sino que también van tener que ser capaces de compartir sus funcionalidades e informaciones con otros, por lo que tienen que facilitar la transferencia de datos, permitir la gestión remota y ser capaces de ofrecer soluciones completas que requieran de la mínima intervención por parte del usuario.
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